Ayer cerró el plazo de recepción de textos para el I Certamen de Microrrelatos The Ganchillo Natural Revolution. Os voy a dejar una pequeña estadística de la participación :)!!! Hemos recibido 52 microrrelatos que pertenecen a 45 autores, de los cuales 37 son mujeres y 8 son hombres. Respecto a la extensión de los mismos comentar que van desde las 38 a las 150 palabras. Muchas gracias a todos :)!
Durante estas semanas acabaremos de publicar todos los textos en este blog así como en la página de facebook, para que podáis participar en la selección de los premiados del público.
De momento, aquí os dejo tres microrrelatos mas...
28. EN EL PARQUE
Aquella tarde te vi en el parque, tejías a ganchillo y de vez en cuando tu boca dejaba escapar un suspiro… así que con mi pico te arrebaté tu labor descuidada y tú seguiste tejiendo con tus lágrimas.
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29. VALORACIONES
Era sabido en nuestra familia que la abuela sufría largos periodos de melancolía. Así que con el fin de acompañar esas largas horas, un día le dio por tejer con ganchillo. Primero fueron unas colchas y seguido los cubre cabezas y reposa manos del sofá y orejones; las primeras labores para su casa, las segundas, terceras y siguientes para los familiares y los amigos. Después siguió vistiendo los árboles del jardín y luego cubrió la fachada de su casa.
Alarmada la familia, la metió en un manicomio y los galenos a base de pastillas le quitaron esa “manía”.
Hoy he leído en la prensa que un arquitecto renombrado ha cubierto un edificio con piezas hechas a ganchillo y ha sido valorada y alabada dicha ocurrencia, así que no puedo menos que pensar que mi abuela fue una adelantada a su época. ¡Porras!
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30. LA AGUJA DE LA VIDA
Ya no soportaba más esta vida, se sentía tan sola. Sus padres la abandonaron, sus amigas siempre terminaban dándole de lado y su marido … Ella pensaba que él llevaba razón cuando le decía “no sirves para nada”.
Estaba decidida. Hoy mismo se encontraría con la única persona que de verdad la quiso: su abuela. Fue a por el bote de pastillas y en el fondo del cajón vio brillar algo ¡Su aguja de ganchillo! Qué momentos tan felices vinieron a su mente, cuando tejía con su abuela. Fue a por hilo y con cada puntada, iba olvidando todo lo que había sufrido. De pronto, sintió un escalofrío y su interior se invadió de paz, tranquilidad y se iba sintiendo cada vez más fuerte, más alegre y con ganas de volver a vivir. Lágrimas corrieron por sus mejillas y supo que a partir de ese momento todo iba a cambiar.
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